Europa da un respiro a la gangrena financiera.

Escrito el día después de las elecciones griegas.

“No era deseable que los obreros tuvieran sentimientos políticos intensos. Todo lo que se les pedía era un patriotismo primitivo al que se recurría en caso de necesidad para que trabajaran horas extraordinarias o aceptaran raciones más pequeñas.”

George Orwell  1984.

 

El titular de las portadas del ABC y de El País al día después de las elecciones griegas, es el mismo: Grecia da un respiro a Europa. Este discurso no es una mera coincidencia. En esta Europa  que no pertenece a los europeos, sino a la renta financiera, más bien se podría decir que Europa ha estado asfixiando a los ciudadanos griegos. El último mitin electoral en el día de reflexión, lo dio Merkel en un acto de su partido: “Espero que el gobierno salido de las urnas cumpla sus compromisos.” Era la guinda final de un bombardeo constante sobre unos comicios, donde se buscaba una vez más, hacer del miedo el mejor aliado político.

Lo que se ha dado es una batalla por definir a la hora de votar, esa versión tan rajoniana del “No hay alternativa” de Thatcher: Hay que hacer lo que hay que hacer. Al final lo han conseguido. La capacidad de influir temor en la sociedad, de satanizar al candidato de Syriza, Alexis Tsipras, permite que Nueva Democracia se haga con el gobierno. El supuesto pragmatismo del presente inmediato, se impone impidiendo manejar otras posibilidades. El miedo desactiva un pensamiento distinto, siempre apelando a una urgencia de los tiempos que ellos mismos han provocado. Cuando el principal motor de motivación política es el miedo, se abre la veda a la expresión de las pasiones más tristes y oscuras: los nazis de Aurora Dorada lo agradecen.

Al final lo han conseguido, pero no del todo.  Si cambiamos la perspectiva de análisis, si entendemos que esto es un proceso que va más allá de las elecciones, no todo ha ido tan mal. La hegemonía que define el significado de la realidad, por primera vez en 30 años de neoliberalismo, se ha quebrado. Syriza ha perdido las elecciones, de eso no hay duda, es un varapalo. Pero sólo si entendemos como ha pasado de obtener un 4,9% en las elecciones de 2009 a casi un 27% en las presentes, daremos cuenta del profundo cambio que se está gestando en la sociedad griega. Años de movilizaciones y huelgas, de activación política en la ciudadanía, cristalizan no sólo en el aumento de votos a  Syriza, sino sobre todo, su profunda dependencia a estas. De hecho, con un 40% de abstención, es todavía más importante el papel que puedan desempeñar las movilizaciones.  Es decir, aquí la política no acaba al día después de las elecciones, el propio de la política de partido, se extiende a la política de movimiento que condiciona a la primera.

Syriza no es un partido del movimiento, es el movimiento en partido. Lenin discutía frente a Trotski, la relación que deberían tener los sindicatos –lo social-, con el gobierno. Trotski apostaba por incluirlos dentro del aparato del Estado y dirigirlos desde arriba, Lenin en cambio, veía en ellos un control democrático a la burocracia. Estos, debían formar “una correa de transmisión” entre el partido y el resto de trabajadores. Hoy asistimos a la inversión de la postura de Lenin: es el partido el que hace de correa de transmisión al movimiento. Ya no serán más “una reserva de poder estatal”, sino en todo caso, el Estado pasa a ser una reserva del poder en movimiento. Este es el verdadero peligro con el que Syriza amenaza a las élites continentales, su intención de convertir unas elecciones al parlamento en un asalto a la política neoliberal. Mientras tanto, el Pasok acusa su debacle histórico y ahora amaga con hacerse el duro y aparentar pluralidad; el caníbal ha sido comido.

La palabra idiota, viene del griego idiotez, que significa privado-uno mismo. En la antigua Grecia se utilizaba para describir a aquellas personas egoístas que no querían tomar parte en los asuntos comunes. Para ellos, idiotas son los que adoptan la política de pasar de política. Merkel no es idiota.  Aunque interviene en la cosa pública principalmente para satisfacer beneficios privados, dice hacerlo por el bien de los y las europeas. Muchos europeos también quieren dejar de ser idiotas y pasar a ser los protagonistas de los espacios y tiempos que habitan. Las multitudes europeas tenemos la hercúlea tarea de sacar al trabajo y a la vida de la noche impuesta por la deuda odiosa. Europa le ha dado un respiro a la gangrena financiera. Tarde o temprano habrá que amputar.